Después de tanto entrenamiento y preparación, por fin se llego el día. Los nervios se hicieron presentes desde que me levanté. Todo estaba listo y aún así revisaba de nuevo para que no faltara nada. Dirigiéndonos rumbo a la zona de arranque, cada vez se podían ver más y más atletas que aparecían por todos lados. Al llegar a la zona de arranque me dirigí a la transición de la bici para dejar ahi mis cosas y cuál fue mi sorpresa, ¡mi bici estaba ponchada! Me empecé a desesperar y mi coach Pollo me cambió la cámara que traía de refacción y quedó todo listo. Ok… vámonos al corral para la salida a nadar. Estábamos ahi Marce y yo a punto de arrancar en nuestro primer 70.3. Volteábamos y muchos se veían normales y otros más con la misma cara de pánico que nosotras. Se escucha el sonido de arranque y sale la categoría Elite. Yo los veía cual tiburones al entrar en el agua. Los nervios aumentaban, comienzan a salir las categorías y se empieza a mover la gente, nos dirigimos a la salida. Ya para pasar el tapete y comenzar la competencia, nos detuvimos un poco dejando pasar a la gente. Yo pensaba «pasando el tapete, no hay marcha atrás». ¡Vámonos! salimos y al agua, yo iba decidida a darlo todo, para esto me había preparado.
Una vez en el agua ya no sabes quién es quién. Eran 1900m nadando y en mi mente nunca estuvo no terminar, ni ser descalificada. La nadada la sentí bastante bien aún cuando me faltó un poco de entrenamiento en esta área. Al llegar a la orilla, las olas te acercaban y te alejaban hasta que por fin toqué tierra. ¡Listo! vámonos a la bici. Llegué a la transición a prepararme para los 90km en bicicleta, me puse bloqueador y me puse el jersey para rodar más cómoda. Cerré el bloqueador y se lo dejé a Marce como símbolo de que ahi estaba yo para ella. Me subí a la bici y arranqué con mucha emoción pues estaba en mi mundo. Estaba llena de energía, era imparable. Empecé a pasar a mucha gente y eso me llenaba más y más.

Estaba llena de energía, era imparable.
Fotografía: Rodrigo Flores
Estaba en el lugar y en el evento para el cual me había preparado. Pero de repente, siento mi llanta ponchada… recordé que la cámara de refacción se usó en la mañana y no traía otra. Todo se vino abajo, me sentí derrotada, se había terminado. Sentí una impotencia y un coraje que escribiéndolo me vuelven a temblar las manos. Iba caminando pues me comentaron que el puesto de hidratación no estaba lejos y ahi podían ayudarme. Saliendo de la curva, metros después de haberme ponchado, Pollo (mi coach) me grita preguntándome que qué había pasado, él pensaba que era una avería en la transmisión. Cuando lo ví, sentí una esperanza. Aceleré mi paso para llegar y en el puesto de hidratación, él y mi esposo se pusieron a darle solución al tema pues como traigo rines con perfil alto (donas) no llegaban las válvulas de las cámaras que conseguían o no se les podia poner el adaptador. Total, parcharon la cámara y detectaron un hoyo en la llanta el cual repararon con un «huarache». Pues arrancamos de nuevo, un poco desanimada pero continuando la competencia. volví a pasar a los que ya había pasado anteriormente. Al mismo tiempo Pollo y mi esposo parchaban la otra cámara por si se ofrecía de nuevo. Y se ofreció… más adelante se volvió a ponchar la llanta y acababa de verlos pasar en el carro, el mundo se me vino abajo pues ellos me iban a estar esperando adelante y yo no podía avanzar. A los pocos segundos veo que vienen de regreso ya preparados a reparar mi llanta. Esta vez fueron mucho mas rápidos, ya sabían a lo que iban y todo fue como los pitts de la fórmula 1 (al menos así lo sentí). De ahí en adelante, no hubo ninguna falla, habían podido dejar reforzada la llanta bastante bien como para que no volviera a suceder.

Me sentí derrotada, se había terminado.
Fotografía: Rodrigo Flores
Terminando la bici, seguía la corrida. El sol en lo más alto y el calor a su máxima expresión. Me quedaban 21km a pié y aquí ya no podía haber fallas mecánicas, dependía al 100% de mí. Mientras pasaban los kilómetros, veía que la gente que no estaba corriendo no aguantaba el calor. Las piernas se me iban agotando pero me sentía muy bien. Mi esposo que lo veía en algunas zonas de la corrida, me animaba mientras me tomaba fotografías. Verlo a él y a mi coach me animaba y me recargaba energías. por fin, los últimos kilómetros que se fueron convirtiendo en los últimos metros y en la desviación hacia la meta. Comenzando la zona de alfombra sabía que lo había logrado y una vez subiendo a la meta (ah cómo cuesta trabajo) era Objetivo Logrado. No fue el resultado que esperaba por los retrasos, pero tampoco fue un evento fallido gracias a mis ángeles guardianes.

Objetivo logrado.
Fotografía: Rodrigo Flores
Es un evento al que regresaré por la revancha, aquí o en otro lugar. Dios nos pone todas las pruebas que nosotros mismos pedimos pasar para lograr el objetivo deseado. Esta vez aprendí que nunca hay que darse por vencidos aún cuando todo parezca que no hay más remedio. Nunca pierdas la fé por que ahí es donde termina todo. Gracias Marce, Pollo, Ro, que fueron mis pilares en éste evento.
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